lunes, 2 de agosto de 2010

Hano

Y camino con las manos en los pequeños bolsillos, mientras regreso del viaje acostumbrandome al sereno de las madrugadas, las ansiosas manecillas del reloj no de dejan de impacientar al tiempo, pero no me impacientan. Camino casi como acariciando con las suelas de mis zapatos las calles humedas de lágrimas, licores, lluvia... como tratando de consolar y apaciguar el frío, dandole ese toque cálido. Es muy improbable que vea otra vez su silueta, casi perfecta que enmarcaban muy bien sus biceps y abdominales como si corríera miel...no en este frío de agosto; cuando el aire se llevaría con sus brisas los pocos aromas que me quedan, las flores, el sol, el bronceado de su piel; se llevarían sus manos que acariciaban las mías al sostener los impulsos vívidos de energía. Aún tengo su recuerdo bailando alrededor de la fogata semidesnudo ¡con tanta libertad! haciendole el amor al aire, al viento, al fuego, y luego a mí. Me enseño a bailar con él a seguir sus pies, sus ojos, su piel... me tomó de la cintura me recostó en el tibio suelo, me miro por largo rato y luego se acosto a mi lado y suspiró... luego me abrazó y así nos quedamos dormidos, sin miedo a las bestias que corrían el bosque a esas horas. Lego empezó a rozar las palmas de su mano en los contornos de mi cuerpo, solo eso, solo me bastaba eso para volver a sentir que podía confiar, que no todo estaba mal; fueron solo sus manos y mi cuerpo los que se empezaron a besar...