El olor a canela y la brisa suave de una noche de noviembre
austera, fugaz y bastante melacólica
perfumadas con el humo del silencio
la carrera inevitable de los pies miedosos y las manos humedas
del silencio corrosivo y las ganas auyentadas
por el miedo silvestre y salvaje
como el espíritu de la juventud
Mis miedos a establecer algo más que las convenciones
y la terca locura guiando mi rapsodia musical
señuelo, quizás solo un señuelo
y la tierna voz que recuerda al primer fracaso
Tercero de la noche y aún no termina...
...continuará....
.
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